Hoy, 12 de junio de 2012, es el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Puede que parezca una noticia penosa, claro, pero menor. Odio la frase tan dicha y escrita estos días de «con la que está cayendo», pero tal y como nos van las cosas, con rescates que serán tomates pero jamás rescates y demás problemas económicos próximos, lo del trabajo infantil no parece demasiado importante. ¿NO?. Pues va a ser que SÍ.
Pero ¿por qué, si así ven muchos adultos el mundo de nuestros pequeños?:
Cariño y vida fácil. ¡Feliz cumpleaños!. Es el mundo que creemos pertenece a los niños. Foto Galina Kocherghina.
Bueno, pero claro, algún problema habrá con el trabajo infantil. En el Tercer Mundo ya se sabe, todo es más complicado, no hay leyes, no hay orden.. nos decimos para no querer saber lo que en el fondo sabemos con bastante certeza. El trabajo infantil es un problema mundial: está dentro de la Unión Europea, en los países que deslumbran por su alto desarrollo, en los que están en vias de ello y, obviamente, en el Tercer Mundo. Esta es una imagen de esos otros niños que no son «los nuestros».
Niños trabajando en una mina de carbón en Dzhaintya Hills, India. De sol a sol por apenas unas pocas paisas.
215 millones de niños son víctimas del trabajo infantil en todo el mundo. Y más de la mitad de estos 215 ( si, has leído bien, 215 millones) , unos 115 millones lo realizan en las peores condiciones imaginables, arriesgando salud y vida. Naturalmente, esto hace que les esté vetada la educación, la escuela y la formación básica que les pueda permitir acceder de adultos a mejores oportunidades de trabajo en la vida. Es un gravísimo problema.
Niño trabajando en la calle de limpiabotas. En Europa.
Intervida incide en estos días en la necesidad de realizar proyectos que sirvan para el normal y obligatorio acceso de estos millones de niños a una educación útil y necesaria, así como concienciar a sus familias para que sus hijos reciban formación en vez de sufrir explotación. Además el trabajo de los niños está, en muchas ocasiones cercano a/ o es directamente esclavitud.
Trabajando de soldador en un país árabe.
La Organización Internacional de Trabajo (OIT) dice que el hecho de que se considere a un menor trabajador o esclavo depende de su edad, tipo de trabajo, horas que invierte en él y condiciones en que lo realiza. El empleo en minas, canteras, explotación sexual, venta y trata de niños, el reclutamiento para guerra, tráfico de estupefacientes y, especialmente en los últimos años, el trabajo doméstico, son los más frecuentes tipos de esclavitud infantil. Muchas vecs, son trabajos por los que no se puede llamar salario a lo que reciben a cambio.
Tres hermanos trabajando en una fábrica de ladrillos. Karkhla, Pakistán. Seis, tres y dos años. Doce horas seguidas por un euro al día. Huyeron con sus padres de la guerra en Afganistán.
Uno de los objetivos de la OIT para este milenio es garantizar que todos los niños finalicen el ciclo completo de enseñanza primaria y también alcanzar la igualdad de género en la educación para 2015. Aunque la situación ha mejorado algo en los últimos años con respecto a los niños más pequeños, la situación se agrava a partir de la adolescencia. 62,4 millones de niños entre 14 y 17 años realizan trabajos peligrosos. El acceso a la educación es la clave principal para erradicar el trabajo infantil. Pero ¿cómo?. A pesar de que diversas organizaciones internacionales piden a los gobiernos que se dé educación a los menores hasta, al menos, la edad mínima de empleo, no todos se comprometen a ello. O aunque sí accedan, no se ocupan de cumplir lo acordado. Mientras, en muchos rincones del mundo, niños trabajan sin más esperanza que la de ver la luz del día siguiente.Manejan materiales peligrosos y, sin saberlo, envenenan poco a poco su cuerpo y su vida.
Catorce horas al día machacando pilas y baterías, para extraer las varillas de carbono, limpiarlas y reciclarlas. 10 céntimos de euro cada 1.000 varillas. Comen cada dos días. Dacca, Bangladesh.
Pero hay casos de trabajadores infantiles que ni siquiera cobran por su duro trabajo. Carlos, un niño colombiano de 12 años trabaja con su hermana pequeña entre el lodo que sale de las minas de Muzo. Espera encontrar lágrimas verdes de kong, diminutas esmeraldas o polvillo verde escapado del filtro de la mina. Las esmeraldas colombianas son las mejores del mundo y la necesidad aprieta. Así que hundirse en el lodo de sol a sol es la única salida.
Carlos, mostrando unas lágrimas verdes. No cobra nada, depende de la suerte.
A veces, los «guaqueros» del infierno verde utilizan a sus hijos menores para cavar túneles demasiado estrechos donde los adultos no caben. Ella trabaja así.
En estos tiempos de «indignados» en el primer mundo -y con mucha razón- hay muchas más razones para indignarse por aquellos que, además de no tener nada, son explotados, abusados y exprimidos por una sociedad sin alma. El trabajo infantil en las cadenas de producción es otra penosa realidad. Vestimos, calzamos y portamos todo tipo de objetos hechos por niños explotados de forma salvaje. Nos lavamos la conciencia cuando, de tanto en tanto, sale en los medios que tal o cual firma hace sus artículos con mano muy barata en países como China, India, Pakistán y nos negamos a comprarlos durante un tiempo. Pero no podemos estar sin comprar ¿cierto?. A fín de cuentas, vivimos en una sociedad de consumo y ya hemos castigado a esas zapatillas deportivas o a esos diseñadores con no comprar durante un tiempo.
Hay que decir ¡BASTA! para siempre, sin dar marcha atrás. ¿Cómo?. Ayudando a aquellos que están comprometidos y vigilan para que los derechos de los niños se cumplan; a los que retiran a los menores de trabajos para que vayan a la escuela; a los que educan a los mayores para que vean de una vez por todas que no pueden exigir a sus pequeños que carguen con trabajos y responsabilidades que no les competen.
Niñas trabajando en Turquía. Foto Ilo.
Pidiendo en las calles de Varsovia. Foto Ilo.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos y de lo invertido por muchos organismos oficiales y organizaciones no gubernamentales para sacar del trabajo a los niños, la tarea se hace poco menos que imposible. Creo que todos los inmensos basureros de las grandes ciudades del mundo en desarrollo o del tercer mundo están poblados por niños buscando comida, algo que vender, algún tesoro, discutiendo el espacio a animales carroñeros. Allí viven, trabajan y duermen incluso en muchos casos.
Kong Siehar tiene 11 años y busca dia tras día en el inmenso y humeante basurero de las afueras de Pnhom Penh, en Camboya, algo que le sirva para vender y alimentarse. Se tapa la cara para evitar los gases tóxicos que se desprenden de esas 40 hectáreas de mierda y podredumbre.
Cargado con chatarra y desperdicios encontrados en el basurero de Pnhom Penh, las aves carroñeras atacan a este niño para robarle parte de su botín.
Dejo para el final la noticia que ha sido difundida con más interés en estos días previos al Dia Mundial contra el Trabajo Infantil: la esclavitud del trabajo doméstico. Los casos más agudos los tenemos justo aquí al lado, en Marruecos. Existe en Marruecos un Colectivo de Erradicación del Trabajo de Niñas como Empleadas del Hogar que ha pedido la puesta en marcha de una ley específica que prohiba el trabajo de niñas menores de 15 años como empleadas domésticas en las tierras vecinas. Casi 100.000 niñas trabajan en casas como «pequeñas criadas» a jornada completa y con el consentimiento de sus propios padres. Lo terrible también es que alrededor de un 74% de las familias contratantes de las niñas «chachas» tienen un nivel de vida que les permitiría contratar a un adulto y pagarle justamente. Y el 67% de dichas familias conoce que existen disposiciones legales sobre la prohibición del trabajo de menores. En Marruecos hay 600.000 menores que realizan trabajos ilegalmente y el 87% ejerce trabajos bastante o muy peligrosos. «Servir» no es peligroso, dirá alguno. Sí, lo es. Las niñas sirvientas son tratadas como esclavas, sin horarios, sin derechos, son maltratadas y, con demasiada frecuencia violadas por el hombre o los hombres de la casa. Y son arrojadas a la calle cuando «surge el problema». Un embarazo.
Trabajo infantil, abusos sexuales y finalmente prostitución es el «peaje» de ser niña. En muchas ocasiones y en muchos países.
A pesar de que en Marruecos se penaliza el trabajo de menores y se ha lanzado un plan de mejora de la situación bajo el lema «Para un Marruecos que merece a sus niños» la realidad es cruda y pertinaz. Existe mucho trabajo infantil, existe mucho trabajo doméstico hecho por niñas. Y ahora, ha surgido una nueva modalidad: emplear para el trabajo doméstico a niños. Ellos, no pueden quedarse embarazados.
Si, así de crudo. ¿Para qué andarse con rodeos?.