Categoría: Revistas

  • EL SUICIDIO DEL PERIODISMO

    Bajo este título, Agustín Madariaga publica un imprescindible artículo sobre la realidad actual de la profesión periodística, que reproduzco aquí íntegramente. Ayer se celebraron reuniones  de periodistas en varias ciudades de España protestando por el deterioro de la profesión. Pero no es solo culpa de  «los demás» este deterioro. Ni mucho menos. Os dejo con el artículo citado para que las ideas a este respecto queden muy claras.

     

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    Grupo de periodistas de la Asociación de la Prensa de Madrid en la concentración celebrada bajo el puente de Juan Bravo. Foto: Arturo Ordaz.

    EL SUICIDIO DEL PERIODISMO

    4/05/12 Bruto pero noble (Sutilezas desnudas)
    Agustín Madariaga

    Por primera vez, los periodistas se han lanzado a la calle a ser noticia. Han convocado manifestaciones en defensa de su profesión, castigada por la crisis como pocas. Lo políticamente correcto sería un apoyo sin reservas pero yo no soy políticamente correcto. Había muchas caras de relumbrón en las concentraciones, muchas de las que han contribuido a la construcción de la antesala de lo que ocurre.

    Las empresas pagan mal y seis mil periodistas se han ido a la calle en los últimos tiempos pero no todo se debe a la falta de publicidad o la gestión de las empresas.

    Basta ver las portadas de los diarios, las informaciones de cualquier medio, para saber la verdadera razón de la crisis del periodismo. Hay una reproducción acrítica de mensajes, cuando no la redacción burda de un panfleto. Hay poca elaboración, poca investigación, poco análisis: es decir ningún valor añadido.

    Para conocer la opinión de alguien o la versión de parte sobre un suceso, en 2012 no hace falta un periodista. Su labor siempre ha sido, hasta que nos pegamos un tiro en la sien, sacar a la luz aquello que alguien estaba muy interesado en que nunca se supiera. Ahora más bien parece que somos altavoces de discursos que alguien busca que se conozcan. Creo que fue Bernard Shaw quien dijo que éso no era periodismo, eran relaciones públicas.

    En televisión prima el espectáculo, los programas basados en jovencitos y jovencitas, con la sonrisa postiza y las muletillas y lugares comunes  en cada frase, que se plantan en cualquier lugar para decir “aquí estoy porque he venido” y no dan un solo dato: la importante es que ellos están en pantalla. Recuerdo los tiempos en que el directo era el reino del demostrativo: “este es el lugar, ése el coche en el que…” y después, qué gente más rara esos periodistas de entonces, se ofrecían datos sobre lo ocurrido. Ahora se marea la anécdota y se olvida lo sustancial, se hace pura pornografía de las más bajas pasiones e incluso se jalea al populacho para que el directo sea más lucidito y espectacular.

    Muchos de los que ordenan esa basura y de los que la hacen cada día se rompen ahora las costillas de golpes en el pecho. El periodismo no debe morir pero hace tiempo que agoniza y no sólo  por la precariedad y el paro, sino por su desorientación. Ahora nos movemos porque nos vemos en la calle, pero casi todos callaban –y los que no eran mirados con desprecio o benevolencia paternalista- ante tanto desatino que ha llevado al periodismo a esta situación. El reino de los datos contrastados es ahora una amalgama de adjetivos grandilocuentes, megalomanías mal curadas (lo importante soy yo, la noticia no sé cual es) y muletillas patéticas, como el “y es que”, que parece un viral de internet.

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    Por más que se proteste ante un micrófono, una buena parte de la culpa del actual deterioro es de los propios periodistas. Nuestra. Foto: Arturo Ordaz.

    Ahora que nuestro trabajo no vale nada (gracias a que lo hemos denigrado y degradado durante años) protestamos porque nos pagan mal y el paro es nuestro destino. Pero sin cambiar las prácticas que han abrasado el valor social de nuestro trabajo, no hay  nada que hacer. Miremos como ejemplo a nuestros colegas mexicanos que mueren por destapar lo que el narco quiere ocultar. Allí nadie discute el sentido de esta profesión: son un peligro para la gentuza y se les persigue. No hay mejor recompensa para un buen periodista que ser perseguido por los que quieren ocultar la realidad, salvo -claro está- su protección.

    Los que se dedican a las relaciones públicas (de algún partido o institución, de alguien  o de sí mismos) son los que no pueden tener ningún futuro porque -si protagonizan la profesión- será el periodismo quien no tenga un mañana. Sin arrancar ese cáncer de nada servirán las buenas intenciones, las concentraciones o los gritos de protesta. La verdadera rebelión para que esta profesión no muera –y con ella un derecho fundamental- está en nuestro trabajo diario. Es más difícil que lavar la conciencia con la tela de una pancarta pero si no lo hacemos las pancartas –también necesarias- sólo serán nuestro paño de lágrimas.

    Bruto pero noble (Sutilezas desnudas)

  • DETRÁS DE LAS PROTESTAS PITIDOS Y ABUCHEOS

    A lo mejor los que protestaban el pasado día 12 de octubre contra el presidente Rodríguez Zapatero, en el desfile militar del día de la Hispanidad, se creían que estaban haciendo una machada. Gritar al unísono, bien fuerte, muy ensayados y conjuntados “Zapatero dimisión” los iba a poner en las portadas de todos los periódicos, en los titulares de todos los informativos y en los comentarios de los avezados ideólogos de las secciones de opinión de los medios. Y así ha sido. Pero les ha salido el tiro por la culata. (más…)