Ha llegado a mis oídos que algunos ex-compañeros y no amigos de mi anterior trabajo en TVE, se escandalizaron por mi despedida en el correo interno de lo que hasta hace poco era «la casa». O sea, TVE. Y se habían puesto «estupendos» e indignados, básicamente por decir que, en los últimos años, los diferentes mandos habían reducido a cenizas una trayectoria puramente profesional más que aceptable. Y surgieron los «¿qué se ha creído ésa para calificar su trabajo como más que aceptable? ¿de dónde ha salido?, ¿pero qué ha hecho esa tía para creerse algo?». Pues nunca me he creído nada, sólo una buena profesional con un curriculum dentro y fuera de la casa pues eso, «más que aceptable». Todos esos que han comentado cosas por el estilo, no me han conocido, son profesionalillos de hace un rato. Y, por supuesto, el hecho de criticar antes de saber quién es quién, los convierte en malos profesionales y les hace entrar en el «cuadro de honor» de l@s miserables. Para los que no sepan muy bien de qué hablo, les reproduzco a continuación mi carta de despedida de TVE.
Me llegó el momento de la «desvinculación». Vamos, que me echan y, a partir de esta noche, dejaré de ser una trabajadora de esta casa. Nunca lo imaginé así. En realidad, nunca pensé que fuera a dejar de trabajar por fuerza y antes de tiempo. Ya, ya se que algun@s alegan que esto es voluntario y nos hemos «adherido» al ERE porque hemos querido. Vamos, como si fuéramos babosas adheridas a una pared salvadora. Claro que esas personas lo dicen, generalmente desde sus puestos de ordeno y mando, desde su prepotencia de emplead@s protegidos por clanes de diversos tipos y condiciones que todos conocemos y hemos soportado estoicamente en los últimos años. Yo, como otros, me voy porque no me queda más remedio. Hace tiempo que mi carrera profesional fué reducida a cenizas por la mala voluntad y poca vista de algun@s que podían permitirse el lujo de despreciar años de dedicación, experiencia y una trayectoria puramente profesional más que aceptable. Se lo dije a Urdaci la única vez que hablé con él, cuando quiso echarme de «Informe Semanal»: «Esto es absurdo. Tú, que como directivo deberías intentar «explotarme» laboral y profesionalmente, me quieres anular y yo, que debería defenderme de tus intentos de explotación, estoy batallando como una loca para trabajar». Me dió la razón y eso me costó estar 7 meses sin trabajar en absoluto, con la complicidad de un sujeto sin cara. Bueno, eran otros tiempos y no hemos mejorado, simplemente, hemos cumplido años. Grave error: cumplir años y ser un lobo solitario son malos avales en los tiempos que corren.
Han sido más de 30 los años en que he trabajado en esta casa. Este trabajo y muchas personas conocidas a lo largo de este tiempo, son gratos y muy importantes recuerdos que nadie me puede quitar. También están los amigos que hice aquí, algunos son parte de mi auténtica familia, de la familia que he elegido voluntariamente. Y de lo que he conocido gracias a este trabajo. Creo que la lista de lo positivo sería muy, muy larga.
Pero está también la lista de los miserables, de los que han hecho que el final de mi carrera profesional sea un tiempo desperdiciado. Como decía en otro correo mi amigo José Infante, la bajeza moral y la crueldad (patológica, añado) de algunos entes al mando han hundido y tirado a la basura su y mi carrera profesional hasta redudirla prácticamente a la nada. Y desde la nada me voy hacia un mundo que nos han pintado en rosa. Desde aquí quiero dar las gracias a los que me han ayudado siempre, a los que me han apoyado en tiempos difíciles, a los que me han querido y han estado a mi lado. También quiero agradecer a los compañeros que me han regalado su tiempo de ocio para acabar un reportaje fuera de horas, que han opinado conmigo en la cabina de montaje entendiendo que hacíamos un trabajo en equipo; a los que han rodado horas y horas -que no han cobrado seguramente-, porque se han ilusionado con el trabajo que estábamos haciendo y no han escatimado esfuerzo ni ganas. A muchos no os volveré a ver seguramente, porque empezamos vidas diferentes, pero siempre os llevaré conmigo.
También quiero despedirme de l@s miserables, envidios@s, corrupt@s, arbitrari@s e indecentes. Que la vida os compense con lo mismo que dais a los demás. Os lo habeis ganado a pulso. Afortunadamente, a estas alturas, ya no sois nadie ni nada en mi vida; quizás un cierto tufo a mierda.
Para el resto de esta casa, mis mejores deseos y que la vida pueda hacer que nos encontremos en escenarios menos podridos que los de estos últimos años.
Camino Ciordia